El estudio de los diversos Budismos

El Budismo tiene que ser estudiado no sólo en la India, sino en las diversas regiones del Asia a las cuales se propagó. Es necesario estudiar el nacimiento del Budismo en la India y su evolución en ese país, su difusión fuera de la India, las fechas en que fue difundido, la forma como lo fue, quiénes realizaron esa propagación, qué motivaciones los llevaron a emprender esa obra, la acogida que el Budismo tuvo, los conflictos que se suscitaron, las influencias mutuas que se produjeron entre el Budismo y las religiones ya existentes en las regiones a las cuales él llegaba, la evolución del Budismo en las nuevas regiones que conquistaba, evolución gracias a la cual el Budismo tomó características propias en cada lugar.

De un modo general cada Budismo, el Indio, el Chino, el Tibetano, el Japónes, el Coreano, etc., estableció su propio Canon o sea la colección de textos, que se consideraba contenían la palabra de Buda transmitida por sus discípulos, o la colección de las traducciones de esos textos al idioma propio de cada Budismo. Tenemos así un Canon en idioma Pāli, que viene a ser el Canon establecido por la secta Theravāda perteneciente al Budismo Hīnayāna, difundida en Ceilán (la actual Sri Lanka) y en el Sudeste-asiático. El Canon de esta secta, el llamado Canon Pāli, ha sido editado parcial o totalmente en diversos alfabetos: el latino por la Pāli Text Society de Londres, el devanāgari en la India por la Nālandā Pāli Series, el cingalés, el tailandés, el khmer de Cambodia, el alfabeto de Laos, el alfabeto birmano. Mencionemos al pasar que en la actualidad el Canon Pāli está siendo computarizado, lo cual permitirá hacer asequible en la forma reducida de un disquette una obra tan voluminosa y de no fácil acceso. Existe también un Canon Sánscrito que contiene los numerosos textos budistas conservados en la India así como aquéllos encontrados en diversas regiones de Asia, fuera de la India, como Gilgit y Turfán. Sumamente importantes son asimismo el Canon Chino, del cual existen diversas ediciones desde los años 972-983 en que apareció la primera edición bajo la dinastía Sung, siendo la más conocida de estas ediciones la Taishō Shinshū Daizōkyō editada en Japón durante los años 1924-1932; el Canon Japonés, del cual existen igualmente diversas ediciones, siendo la más importante la Kokuyaku Issai-kyō; el Canon Coreano, constituido por el Canon Chino editado por primera vez en Corea alrededor del año 1010; y el Canon Tibetano, que existe en diversas ediciones realizadas en varios monasterios, como los de Derge, Narthang, Chone, Lhasa. De este último Canon existen también ediciones llevadas a cabo en Pekín desde comienzos del siglo XV (una de estas ediciones, aumentada y corregida, fue reeditada en Japón (Tokyo-Kyoto) entre los años 1955-1958); una edición reciente realizada en India (Delhi), bajo la dirección de D.T. Suzuki, entre los años 1976-1979 (asequible también en 1730 microfichas confeccionadas por el Institute for Advanced Studies of World Religions de Estados Unidos de Norteamérica); finalmente, la edición publicada por la Editorial Dharma de Estados Unidos, iniciada en 1980 y recientemente finalizada. Tenemos también los Cánones en lenguas Mogol, Tangut y Manchú.
Estos Cánones constituyen obras muy extensas conformadas por numerosos volúmenes. A título de ejemplo indiquemos que el Canon Pāli en su edición Nālandā contiene 41 volúmenes; el Canon Chino en su edición Taishō, 85 volúmenes; el Canon Tibetano editado por Suzuki en Japón (1955-1958), 151 volúmenes, la primera edición del Canon Chino, la edición Shu-pen, 480 volúmenes.
Labor de los Estudios Budistas es constituir ediciones críticas de los textos contenidos en esos Cánones, comparando las diversas recensiones en las que nos han llegado, con miras a constituir ediciones confiables, liberadas de los errores tipográficos originarios y que permitan captar mejor el sentido del mensaje de Buda. Deben componerse índices de las palabras contenidas en esos textos, que señalen los lugares en que aparecen y las formas en que son usadas, para que pueda fijarse de manera más segura el sentido con que son empleadas en cada caso.
Esta labor filológica, que puede parecer muchas veces árida y sin vuelo, es necesaria, en cuanto que es gracias a ella que se puede luego efectuar el estudio de las doctrinas e ideas de los textos sobre bases seguras. Muchos errores de interpretación han tenido su origen en las deficiencias de las ediciones usadas.
Esta labor filológica es también imprescindible para llevar a cabo una traducción de los textos originales. Si toda traducción (como reza el dicho) es una traición, mayor será la traición si se utilizan, para llevar a cabo la traducción, textos plagados de errores o de deficiencias.
Esta exigencia de un trabajo filológico previo como requisito imprescindible de todo estudio y análisis doctrinarios que pretendan ser científicos y de toda traducción que pretenda ser confiable, es algo que no se cuestiona en el mundo académico internacional.

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